Contundente: “no es borrón y cuenta nueva, es continuidad. Los que quieran acompañar a la doctora Sheinbaum en su gobierno deben entenderlo. Sí hay un cambio –del neoliberalismo a un régimen democrático– y vamos a seguir por ese camino”. Rosa Icela Rodríguez, la aún secretaria de Seguridad y próxima titular de Gobernación lo tiene claro.
Por eso advierte: también los que van a trabajar en Gobernación lo deben saber. Que sepan, que piensen que deben atender a la gente y tenemos que salir a las comunidades a resolver las problemáticas del país. Este será un gobierno de libertades y derechos
La entrevista, durante las últimas horas que Rodríguez pasa en la oficina donde despachó desde hace cuatro años y que ahora luce con las paredes casi desnudas, sin ninguno de los cuadros que la secretaria les había destinado. Sólo algunos juguetes artesanales y la fotografía del presidente López Obrador se irán con ella cuando se cierre la puerta del despacho por el que seguramente nunca más cruzará en calidad de secretaria.
–Algo que parece que se olvidó en los últimos años como condición sine qua non para estar en la oficina principal del palacio de Bucareli es que hay que traer polvo en los zapatos para ocuparla, ¿o no?
–Mira, no se puede desconocer el origen. Mis papás son maestros. Yo vengo de una familia de maestros rurales. Mi hermana, mis padres, mis tías, mis tíos, todos son maestros de primaria.
Mi casa siempre olía a gis y a lápiz. Cuando ellos iban a las comunidades a dar clases teníamos que acompañarlos. De hecho, mi primer año de primaria lo estudié en una comunidad muy pequeñita que se llama Ayotoxco, un ejido del municipio de Axtla, en la Huasteca potosina, donde nací, en Xilitla. Mis padres dieron clases en muchos pueblos de la región. El polvo no estaba en los zapatos, cubría los huaraches.
–Pero luego había que venir a la Ciudad de México donde las dificultades de vida son diferentes. ¿Qué pasó entonces?
–En la escuela siempre me fue bien, tuve muy buenos maestros, pero para sobrevivir vendí en tiendas, fui cajera, hice cartas…
–¿Cartas de amor?
–Sí, cartas de amor, otras de madres, de hijos que escribían a sus papás que vivían en Estados Unidos. Te estoy hablando de los 70, los 80, cuando tuve que hacer esas labores, pero luego me fue mejor. Fui ayudante de Redacción –les decíamos huesos, por el color del papel que llevábamos a los reporteros para que escribieran– y luego reportera. Pero pregúntame de otra cosa, me cuesta trabajo hablar de mi persona.
–Está bien, pero es necesario entender que para llegar a la Secretaría de Gobernación hay que tener una historia con la gente, con sus problemas… La gente tiene derecho a saber quién va a ocupar la segunda posición en importancia del gobierno de la presidenta Sheinbaum, pero está bien... hablemos de política. ¿Cómo ves?
–Efectivamente, no puedes conocer los sentimientos de la gente si no has caminado por muchas partes, si no te has metido en muchos rincones del país.
“Y sí, la vida te va dando enseñanzas, y yo aprendí mucho en los recorridos que hice con el presidente López Obrador. No es que a partir de hoy estemos aquí sin nada de historia; hay 31 años de trabajo como servidora pública, más 15 de periodista, muchos de ellos en La Jornada; venimos de un movimiento de izquierda, ese es nuestro origen.”
El oficio de servidora pública de Rosa Icela Rodríguez, la próxima secretaria de Gobernación, se fue forjando paso a paso durante los 31 años de labor a los que se refiere en esta entrevista, la primera que concede ante de tomar las riendas de trabajo en Bucareli.
Aunque ya había laborado en otras áreas de gobierno, el 2000 marcó su mayor acercamiento al trato directo con las problemática de la gente. Es en ese año que el presidente López Obrador, entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, la llama para que se haga cargo del área de concertación política de la Secretaría de Gobierno. Ella era la encargada de coordinar los equipos que atienden marchas, plantones y bloqueos.
Ahí aprendí la palabra diálogo, de atender a la ciudadanía; aprendí a tener los oídos abiertos, a escuchar los ruidos de las calles, a oír los problemas de la gente, a ver sus tristezas y añoranzas. Vengo de abajo: coordinadora de prensa del Congreso local, trabajadora de las secretarías de Educación y de Economía del gobierno Federal.
Pero Rosa Icela sigue siendo la misma que despachaba en el gobierno de AMLO en la oficina 333, con vista al Zócalo, en el segundo piso del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, en aquellos años en los que la calle le enseñó el ABC de la política.